lunes, 15 de agosto de 2016

El cerebro del escritor y su ecosistema

Javier Cercas en su artículo de ayer en El País habla con razón del recelo que le producen los expertos hiperespecializados. Sin embargo, extiende su crítica a mi modo de ver sólo con parte de razón a la universidad española y a las ciencias sociales, que considera (“casi”) un oxímoron. Dice que a diferencia de la forma de organizar los estudios en la Universidad de Oxford (estructurada a través de “colleges” pluridisciplinares) nuestra universidad es demasiado hiperespecializada. Es posible que haya una parte de verdad en ello. Pero también es verdad que por lo menos en mi generación muchos profesores españoles se han formado en universidades extranjeras, Oxford entre ellas. Donde yo hice el doctorado (después de haber estudiado historia, economía y haberme dedicado a la política, o sea que llegando ya poco hiperespecializado), el Instituto Universitario Europeo de Florencia (por cierto, mientras lo hacía pasé seis semanas en Oxford), convivíamos politólogos, historiadores, juristas y economistas, y hoy muchos doctorados de esa institución enseñan en nuestras universidades, o incluso dirigen las páginas de opinión de El País. En una reciente encuesta oficial, la universidad (en general) era la institución más prestigiosa de Cataluña, por encima de la prensa, la iglesia, los partidos políticos, etc. Alguien podría estudiar por qué, quizás la razón sea que hoy el profesorado, por lo menos entre las nuevas generaciones, tiene una formación internacional y forma parte de una comunidad académica global muy bien comunicada que combina competencia y cooperación. No creo que en el conjunto de España sea muy distinto. En definitiva, hay mucho que mejorar en la universidad, pero no exageremos. Más desafortunado me parece decir que las ciencias sociales son un oxímoron y que valen más las opiniones de una peluquera (con todos los respetos) que las de algún científico social. Sobre algunas cuestiones, no me cabe ninguna duda. Incluso respecto a algunos científicos sociales, sobre muchísimas cuestiones. Quizás nuestro gran novelista no tuvo ocasión en Oxford de interactuar con los grandes científicos sociales que trabajan en esa institución, o quizás no le convencieron. Llevar al límite la crítica a los expertos conduce a una democracia de baja calidad, como ha ocurrido recientemente en el referéndum del Brexit, donde los partidarios de la salida utilizaron con desparpajo el recelo que provocan en la opinión pública las élites expertas. Espero que un gran escritor tan ponderado habitualmente como Cercas no se haya dejado llevar por las recientes críticas (en el caso de nuestro novelista y columnista creo que injustas e innecesarias) que ha vertido sobre él un sociólogo en un libro. Si el concepto de ciencias sociales fuese un oxímoron, perderíamos la oportunidad de estudiar con el método científico, el que utilizamos para conocer todos los fenómenos reales en el resto del espacio y el tiempo, el comportamiento colectivo de la especie animal que ha dominado nuestro planeta en los milenios más recientes. El que esta especie animal seamos nosotros mismos plantea numerosos retos éticos y científicos, pero como ha argumentado recientemente el matemático David Sumpter en su libro sobre el comportamiento de los futbolistas, existe una gran continuidad en el comportamiento colectivo entre otras especies animales y la nuestra. Cercas menciona como evidencia del fracaso de muchos científicos sociales un libro de un autor canadiense, Phillip Tetlock. Pero este autor es precisamente un gran científico social, y ha utilizado el método científico para cuantificar e intentar explicar por qué es tan difícil hacer predicciones en ciencias sociales. Gracias a otros avances en estas ciencias en las últimas décadas, hoy sabemos controlar mejor la inflación, podemos cuantificar la desigualdad social, hemos desarrollado políticas de defensa de la competencia, o conocemos las propiedades de distintos sistemas de votación. Incluso gracias a autores como Tetlock, sabemos cómo mejorar las predicciones, algo que este científico canadiense ha explicado en el libro “Superforecasting”, según tengo entendido todavía no traducido al español. Pero incluso los superpredictores de Tetlock parece que se equivocaron en sus predicciones del reciente referéndum del Brexit. Y es que no sabemos suficiente, pero eso no quiere decir que las ciencias sociales sean un oxímoron. Por supuesto el reto es mejorar las ciencias sociales, y todas las ciencias, y mejorar el diálogo entre todas ellas. Así podremos entender mejor también qué pasa por ejemplo por el cerebro de una escritora, un peluquero o una científica, y cómo todos ellos se relacionan con su entorno. Creo que la mayoría de causas que abraza Cercas en sus artículos (que suelo compartir) estarían en peligro si como dijo en su último artículo no tuviera “nada de científico el estudio de los fenómenos sociales”.

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