martes, 22 de diciembre de 2015

Guía de auto-ayuda para sobrevivir al tsunami populista

Mientras le estaba afeando a un amigo mío su veloz trayectoria de los principios del socialismo a los del independentismo, me salía otro diciendo que él quería seguir militando en el PSC pero que había votado a Podemos en el Congreso y al juez Vidal (independiente por ERC y autor de una constitución de una hipotética Cataluña independiente) en el Senado, y que Asturias tenía derecho a la autodeterminación, porque “quien era él para decirle a los asturianos lo que tenían que hacer”.
Esto fue ayer por la noche, pero como en realidad llevo varios años encontrándome en situaciones parecidas, ofrezco aquí una modesta lista de sugerencias, basada en mi experiencia personal, a modo de guía práctica de auto-ayuda para los socialistas del conjunto de España que ahora empezarán a vivir lo que los socialistas catalanes que resistimos con cierto espíritu crítico llevamos viviendo desde hace algunos años (políticos con verborrea ilimitada que parecen inteligentes, derecho a decidirlo todo, retórica demagógica, reducción de efectivos de propios, presión social por todos los lados, lectura de obituarios del socialismo, etc.):
1.Apoyar políticas económicas expansivas que creen empleo, lo que hoy día difícilmente se puede hacer si no es a escala europea. Y políticas redistributivas que reduzcan las desigualdades, para lo cual hay más margen, pero también sin perder de vista que ello requiere un federalismo postnacional.
2.No ponerles las cosas fáciles a los demagogos, lo que se ha hecho por ejemplo eligiendo candidaturas que parecen diseñadas por el adversario, o como mínimo por el competidor (me refiero a la candidatura encabezada por Carme Chacón y “reforzada” por José Zaragoza). Al contrario, trabajar en la mejora del capital humano de los partidos socialistas y en la regeneración y modernización organizativas.
3.Defender una reforma federal de la Constitución aprobada por el criterio de las grandes mayorías y a la vez un gobierno progresista, siendo conscientes de que ambas cosas son difíciles y quizás las dos a la vez son casi imposibles. Se puede defender el federalismo plurinacional sin que ello suponga el derecho a la autodeterminación, sino la constatación de la diversidad de todos los territorios especialmente la lingüística.
4.Obligar a los emergentes a emerger definitivamente, es decir, a ponerles ante sus responsabilidades, exigirles que las asuman, fiscalizarles cuando lo hagan, y no que las rehuyan con reivindicaciones maximalistas.
5.No perder la ocasión de defender los valores de la socialdemocracia y el federalismo (el sistema de gobierno en el que viven la mayoría de demócratas del mundo), y de una democracia estructurada de calidad (muy distinta del “vamos a decidirlo todo” de cualquier manera). Estos valores son los que desde las dos guerras mundiales del siglo XX (que nacieron en Europa -y la segunda empezó de facto en España) nos han dado paz, bienestar y progreso.

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