domingo, 26 de octubre de 2014

Resistencia pacífica contra la trivialización

Algunos seguimos prefiriendo los debates a los castings en las elecciones, primarias o generales. Y los artículos de opinión a los tuits. Quienes nos mantenemos cercanos a la acción política desde nuestras profesiones académicas recibimos constantes presiones para simplificar nuestro lenguaje, para aceptar el dominio de la tertulia como escenario y twitter como principal medio de comunicación. Si la izquierda española y la del sur de Europa en general hubiera cedido menos a la trivialización de la política, quizás hoy serían más fuertes los valores morales y éticos dominantes y estaríamos menos a la defensiva ante el avance de los movimientos populistas y nacionalistas. Quizás tendríamos algo mejor que lo disponible para competir con Pablo Iglesias y Oriol Junqueras.
Que algunos intentan convertir la política en un bien más de consumo se puede comprobar leyendo escalofriantes entrevistas como la que salió hoy con el propietario de Tele Cinco. Por eso me he pasado algunos días asustado cuando supe por quienes hacen el programa “El Objetivo” que pensaban utilizar unos datos de un trabajo con el que estoy relacionado. Estos datos ponen cifras concretas a algo de sobras conocido: la presencia de ex políticos en grandes empresas españolas. Sin embargo, sabemos poco sobre si esto tiene consecuencias buenas o malas para los accionistas y sobre la sociedad en general. Probablemente es negativo, pero más por razones éticas que económicas, pero no sabemos muy bien en qué medida, ni si es de semejante magnitud a lo que ocurre en otros países. Quizás lo sabremos de aquí a un tiempo indeterminado, cuando nosotros avancemos más en nuestra investigación u otros lo hagan. La acumulación de conocimiento es más lenta que la popularización de los mensajes. Tengo que decir que en este caso el tratamiento de los datos por parte de los profesionales de la Sexta ha sido finalmente correcto.
La trivialización está relacionada a mi juicio con el hecho de que el nacionalismo y la izquierda naïf se presentan como refugio ante un mundo complejo: la consecuencia es que en Francia puede ganar Marine Le Pen. Por eso vale la pena plantearse la resistencia pacífica. Con un poco más de rigor en el debate intelectual a la pregunta ayer del diputado de ERC Joan Tardà, la respuesta del gran Wyoming sobre el apoyo a la “consulta” catalana hubiera sido más sofisticada. ¿Hubiera contestado lo mismo si la pregunta se la hubiera hecho Nigel Farage, líder del UKIP británico, o Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés? “Votar es normal, es lo que cualquier demócrata de izquierdas debería apoyar. Supongo por lo tanto que apoyarás que el Reino Unido/Francia organicen un referéndum para salir de la UE…” Si ello ocurre y este tipo de políticos populistas imponen su agenda y hacen saltar Europa por los aires, quizás sería una buena razón para pasar de la resistencia pacífica a la desobediencia civil contra la trivialización y la estupidez.

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