sábado, 5 de enero de 2013

Rodrigo Rato, asesor de Telefónica

Telefónica parece dispuesta a batir todos los records de presencia de personajes con conexiones políticas en una empresa, aunque por supuesto no es ni mucho menos la única de las grandes empresas españolas que recurren a ex políticos. Rodrigo Rato es el úlitmo de una serie de “fichajes” por parte de la multinacional española de telecomunicaciones en los últimos años: De Paz, Zaplana, Urdangarín… Lo curioso es que esta operadora parece poco preocupada por el poco prestigio de los ex políticos que ficha. Lo curioso, como se refleja en la investigación sobre presencia de personas con conexiones políticas en las empresas españolas en la que he colaborado con Pau Castells (y que presentaré el próximo miércoles en la Universidad de Chile y el 24 de enero en la Universidad de Bristol), es que no hay ninguna evidencia de que estos nombramientos estén asociados a un desempeño mejor por parte de estas empresas, más bien todo lo contrario. ¿Qué explicación puede tener una relación más bien negativa entre presencia de (ex)políticos y resultados empresariales? Ahí van cuatro hipótesis para seguir trabajando: 
 1) Las empresas con malas perspectivas de resultados reclutan políticos a la desesperada, y en nuestro trabajo empírico no terminamos de aislar la dirección de causalidad entre malos resultados y presencia de personajes políticos. 
 2) Las empresas son malas para fichar, como lo son los equipos de fútbol en el mercado de fichajes, que tienden siempre a fichar y pagar demasiado por delanteros centro, porque son más visibles, en detrimento de otros jugadores más eficaces pero menos conspicuos (sesgo de visibilidad). 
 3) Los gestores fichan políticos no para mejorar los resultados de la empresa, sino para defenderse de OPAs o intentar aumentar artificialmente (y en detrimento del valor accionarial) el tamaño de la empresa mediante operaciones internacionales en las que personajes como Rato, González o Aznar pueden ser útiles.
4) Para las empresas reclutar políticos no es una inversión, sino un acto de consumo: fichan políticos porque a los gestores les gusta estar cerca del poder, independientemente de que eso redunde en beneficios económicos.
Las protestas del PSOE por el fichaje de Rato son lágrimas de cocodrilo. Aunque el PP tiene más políticos en consejos de administración, también hay muchos del PSOE. Es legal, y en muchos países ocurre (aunque las cifras en España son más elevadas), pero no debería dejar de ser motivo de reflexión para partidos de izquierda si no sería útil introducir algún tipo de medida para que antes de que un (ex)político acepte trabajar para una gran empresa (especialmente si es regulada) se lo deba pensar un par de veces.

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